e premte, 4 maj 2007

EL PAIS PRESTADO

Por Patricia Díaz *

Después de 25 años de vivir en Londres, recientemente llegue a la conclusión de que soy una colombiana que vive en Inglaterra y nunca seré británica aunque tengo el pasaporte que me acredita como tal. Mi sensación es que estoy de paso y que he vivido estos años en un país que me han prestado como hogar provisional, como cuando una va de vacaciones a pasar unos días a la casa de unos amigos pero sabe que al fin debe dejar el lugar y volver a su hogar. Y he aquí la palabra clave, donde esta mi casa, mi hogar, mi lugar en el mundo? Tampoco lo es Colombia, a la que sigo volviendo cada uno o dos años, como una hija prodiga y con la cual sostengo una relación tan compleja como la de una hija con su madre. Se que no estoy sola en esta sensación de vacío bajo los pies que acompaña a los dos o mas millones de colombianos que circulan en el mundo. Los colombianos en los países prestados vivimos con una gran dosis de nostalgia, como en una especie de museo cultural, que incluye la música y la lengua, la comida y las relaciones con los compatriotas, que hacen las veces de patria con el trasfondo cambiante de las estaciones y las grandes metrópolis del mundo desarrollado. A falta de patria, la lengua es el último hogar que nos queda. Y no empleo la palabra “idioma” intencionalmente. Los idiomas son el ingles, el francés o el sueco, que tenemos que aprender para funcionar en el sistema de los países prestados con cierta eficiencia. El idioma es práctico y se impone a la lengua materna, desplazándola en su lentitud poética y mesurada. Los colombianos en Londres, “aplican” (solicitan) por un trabajo o le pasan la “juva” (aspiradora) a la alfombra. La lengua se deja para pelear en familia, para las confesiones de los enamorados o para cantar canciones de cuna a los niños.
Escribir es una extensión de la palabra hablada, ya que en la historia de la humanidad primero fueron los contadores de mitos, la tradición oral, la que permitió a la humanidad dar ese salto hacia lo que nos diferencia de los animales. La escritura vino mucho después, como queriendo capturar esa experiencia para que no la olvidáramos, primero en la piedra y después en las pieles de los animales y en el papel. Desde entonces los contadores de cuentos y los testigos de los hechos humanos, se han dado a la tarea de escribir y describir los eventos acaecidos o imaginados para que tengamos cierta memoria de ellos.
Cada escritor es un testigo, de su vida y de su tiempo. Y he aquí la justificación de estos cuentos que he escrito sobre vidas imaginarias, mujeres y hombres viviendo en el país prestado. Los personajes, en su majoría mujeres, no han existido y sus historias no las he vivido pero paradójicamente, ellas hacen parte de lo que soy y de lo que he vivido. Por eso las historias son siempre sobre el amor y el desamor, sobre la pertenencia a un lugar que existe sobre todo en la memoria de la infancia y de los antepasados, en esa ilusión que persiste en la comunicación con los dueños de los países prestados para que nos entiendan, para dejarles ver que al fin y al cabo somos tan bellos, originales y crueles como ellos. Aunque las posibilidades de ser publicada son mínimas en una cultura bilingüe, se que solo estamos al comienzo de una historia que ira mas allá de la segunda generación de hijos de colombianos emigrados a Inglaterra, que ya crece en este país. Para ellos la posibilidad de leer y escribir en español y en ingles, sus dos lenguas maternas, es tan fácil como fue para Alicia seguir al Conejo en su carrera desenfrenada hacia el País de las Maravillas.

* Directora de cine. Directora del Documental ."Las dos margaritas"( Se consigue en la Biblioteca: Luis Angel Arango)
Londres, Marzo 2007


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